Siempre tuve un defecto, no se decir que no. Y pasadas las cuatro mi
cara era un error, entrancada como una idiota fui con el moño en la cabeza
buscando el calor para poder sobrevivir, a la agonía de la noche, a la desdicha
de sentirme un mercenario del alcohol, de alejarme entre los gritos y los
tragos… otra vez sola.
Fue así que comprobé que siempre puede haber algo peor, fue así que
comprobé que la angustia es prima de la desesperación. Y que a veces tal vez,
estar sola es mejor, y que al cielo no se llega nunca de a dos.
(NO EXISTE PEOR REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD)